miércoles, junio 20, 2012

Refugio de Estós con Delia

16/06/2012
Este fin de semana daban bueno y decidimos que ya era hora de llevar a Delia al Pirineo a que ampliase sus horizontes y vaya acostumbrándose a lo que le espera hasta que pueda decidir por ella misma.

Elegimos el valle de Estós, que además de ser muy bonito tiene un camino muy bueno, adecuado para que yo vaya acostumbrándome a la mochila portabebés. Que no es cuestión de que empecemos con un traspié y le causemos un trauma a la peque.

Empezamos a caminar a eso de las 9 y pico, ventajas de ir en plan tranquilo.  Me cargué a la peque en la mochila y para arriba por el camino que tantas veces hemos recorrido.

Al principio el camino va por una zona sombría, hacia algo de rasca y a la peque se le caía un poco el moquillo, pero tras cruzar el río apareció el sol y la cosa mejoró.  Tanto la temperatura como las vistas. Empezando a disfrutar del Perdiguero, el Seil de la Baquo y al fondo nuestras "queridas" Fitas de Gías (donde hace tiempo llegamos por error creyendo que eran el Clarabides). Pero hoy nuestro destino transcurría por el valle y no por las alturas.


Delia disfrutaba del tema. Estaba todo el rato dando grititos y riéndose, supongo que cada vez que veía, oía u olía algo que le llamaba la atención.  Yo aguantaba bien el peso (los 10 kilos de Delia más los 3 kilos de la mochila más algún kilo extra), en parte porque la mochila está bien pensada pero sobre todo por la alta motivación (como dice el filosofo: "sarna con gusto no pica").

Llegamos al desvió de los Ibones de Batisielles (esa para otro día) e hicimos una parada para que Delia descansase de la mochila y diese un “bocado” (papilla y teta, así cualquiera).

Después continuamos, pasando por sitios tan chulos como la zona de la cabaña del Turno, encima de la cual se alza el Portillón de Oô y las murallas de los picos aledaños. 

Tras una cuantas cuestas donde yo lo tuve que dar todo, llegamos al refugio de Estós. Nos llevó un poco menos de 3 hors,  no está mal para ir con la peque. En el refugio comimos, los tres, e hicimos una buena parada.  Aunque soplaba un poco de viento y la estancia en la terraza no era del todo agradable.


La vuelta la hicimos por el mismo sitio y más tranquila, parando en los riachuelos para que jugase Delia (y comiese un poco de barro). Era una delicia verla chapotear en el agua. Lo que más le gusto fueron los ríos y meter la mano en el chorrito de la fuente, a ver si  resulta que nos sale barranquista.

Por cierto, el valle estaba precioso con multitud de florecillas. No pude hacer todas las fotos que me habría gustado porque con la mochila portabebés se me resentían los riñones cada vez que me agachaba, pero aquí os enseño un par de muestras de la riqueza botánica del valle:



De bajada a Monzón nos encontramos con nuestros amigos Roger y Jaume que venían de hacer el Aneto por la canal Estasen (y de paso unos cuantos tresmiles más). Vaya cracks. Mirad este video. Nuestra aventura fue mucho más modesta que la suya, pero  acarrear a la peque durante tantas horas merece el mismo reconocimiento que se da al pueblo sherpa. 

En definitiva fue uno de los días que más he disfrutado en la montaña. Teníamos muchas ganas de salir al monte los tres juntos y fue todo genial. Lo más importante es que la peque se lo pasó bomba (faena tuvimos luego para dormirla después de tantas emociones) y le sentó bien.  Así que pronto repetiremos.